domingo, 14 de noviembre de 2010

Chantada y Los Codos de Belesar

Despues de la climatología reinante el fin de semana, que provocó una serie de bajas de última hora en la convocatoria, hoy amaneció despejado y con unas expectativas mejores que la previsión anunciada.

De este modo, nos desplazamos siete amigos a Chantada y allí nos reunimos con Roberto y algunos de sus amigos, los Roza Toxos, para realizar una ruta diseñada por nuestros amigos los Bicinenazas, que al final sería modificada mejorando algún trazado por los RozaToxos.

La ruta parte hacia en norte por unos senderos bien majos y embarrados, con algún charco, donde apoyé el pie derecho, engorrinando la bota. La bici ya estaba fina de cuidado (no se para que la lavé hace dos días). Unos caminos alfombrados por las hojas caídas y anticipadas por el vendaval del otro día. Cómo cambia el paisaje de un día a otro: hace tres días multitud de tonalidades de ocres sembraban las laderas de la montaña lucense, hoy esos ocres estaban, en su mayoría, diseminados por el suelo.

A veces hacía peligroso el descenso al no permitir ver los surcos realizados por el agua, dirigiendo la delantera en una trazada complicada. Ahora bien, dejando a los amigos Chantada descender primero, intuíamos el buen firme en general.


Alguna piedra por aquí, alguna por allá, para arriba, y nuevamente para abajo atravesamos la presa de Belesar, punto donde nos desgajamos en tres grupos. El nuestro tenía la idea de subir luego (unos repechitos significativos, pero no excesivamente duros) para poder descender por los Codos. Un descenso por calzada medieval, traza del Camino de Invierno, con un pendiente más que endiablada, de la que ya nos habían advertido con tener muchísimo cuidado y descabalgar de nuestras monturas en algún tramo por la peligrosidad en estas fechas.

Antes de llegar a los Codos, nos detuvimos en la magnífica iglesia románica, inacabada, de San Estevo de Ribas de Miño, perteneciente al Monasterio del mismo nombre. Espectacular la iglesia, pequeña y alta.

Por su forma, no por su detalle, me recordó levemente a las joyas visigóticas astures (Santa Cristina de Lena San Miguel de Lillo, visitadas en mi Camino Primitivo). Está levantada en una orografía desfavorable con grandes desniveles por lo que tuvieron que excavar el suelo para la construcción de su abside y su curioso campanario extra-muro. Su fachada, digna de contemplar durante largo tiempo como casi así lo hicimos, se levanta altiva al Miño, dominando su curso y bien vista de muchos angulos.

Dimos la vuelta a toda a la iglesia descubriendo los contrafuertes posteriores del abside apoyados practicamente en la roca viva. Espectacular. Una pena, pero había que seguir en el "tajo" y nos montamos nuevamente en nuestras monturas para continuar la ruta.

En Diomondi nos acercamos al cementerio rodeado de carballos, a un punto en concreto donde un compañero de fatigas nos enseñó...

Al poco del cementerio, cortaríamos a la derecha en bajada. Ya se ven las primeras indicaciones hacia Iacobus. Estabamos en el Camino de Invierno, y dispuestos a descender por los Codos y su calzada medieval. Estaba húmeda, pero sin el verdín característico de bien pasado el otoño, haciendo delicias de la bajada al no estar tan resbaladiza como nos habían indicado inicialmente.

La pendiente realmente es endiablada, los brazos sufrieron y los frenos cumplieron con dificultad su función, pero siempre de manera eficiente. La suspensión de igual modo trabajó como estamos acostumbrados dando confianza y seguridad a los bikers. Gozamos un buen rato. Desciendes en 2 km. de una cota de 500 m. hasta los 205 m. con picos de desnivel de 26% y una media de 17%. Una soberbia y soberana bajada.

Y como todo lo bueno se acaba, esta vez fue doblemente, la lluvia hizo acto de presencia justo cuando estabamos cruzando el puente sobre el embalse. Además un problema muscular se añadió a uno de los participantes, motivado por la tensión de la larga bajada, sus dos cuadriceps dijeron ALTO. Una vez recuperado, proseguimos nuestra ruta.

Solo quedaba una larga subida, esta vez por carretera, que no estaba el horno para bollos. El Camino de Invierno trazaba casi recto a lo bestia por aquellas descomunales pendientes. De este modo, rodamos por las interminables zetas de la carretera hasta el alto. Ya sólo quedaba una última bajada para Chantada. Lo malo es que los vestuarios estaban en la parte más alta del pueblo. Menos mal que llegamos, ya empezaba a notar los cuadriceps yo tambien, y deseando llegar cometí un error de principiante: no abrigarme en la bajada. Despues, durante la comida estuve con destemple y el estómago revuelto.

Ducha reparadora y luego a comer a Os Pendellos, lugar donde los visitantes de la antigua feria de ganado del pueblo, yantaban a base de pulpo e carne ó caldeiro, como en todas las ferias actuales. Si bien esta ubicación se ha reconvertido a un buen mesón-pulpería, donde yantamos, como no, el tradicional pulpo y la carne o caldeiro, además de carne richada, empanada, postres, vino de la Ribeira Sacra, café de pota o puchero y licores variados. Manajares que alegraron el espíritu a más de uno y que arreglaron el destemple a otro.

Fotos no tengo apenas. Cargué las baterías ayer y parece que están viciadas. Mala suerte y buenas noches.